Año García Lorca 2019

La irrupción de “Poeta en Nueva York” supone un corte brusco en la creatividad poética de García Lorca. Ya no es el canto feliz de las cosas que amaba: su Andalucía, su guitarra, sus gitanos;  es el canto a los márgenes, dejándose penetrar por el gemido de los débiles, de los marginales, toparse con el muro de la mágica realidad que le envuelve; es la resistencia frente al poder en todas sus formas, como si presintiera su propia tragedia a manos de la bestia que le arrancaría de los brazos de la ternura.

Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,

los negros que sacan las escupideras,

los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,

las mujeres ahogadas en aceites minerales,

la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,

ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,

ha de gritar frente a las cúpulas

ha de gritar loca de fuego,

ha de gritar loca de nieve,

ha de gritar con la cabeza llena de excremento,

ha de gritar como todas las noches juntas,

ha de gritar con voz tan desgarrada

hasta que las ciudades tiemblen como niñas

y rompan las prisiones del aceite y la música,

porque queremos el pan nuestro de cada día,

flor de aliso y perenne ternura desgranada,

porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

que da sus frutos para todos.

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