Poema de Kate Maclaude


Dedicado a mi hija Mar
Aún recuerdo aquel día
que tu espíritu decidió partir.
Una tormenta nocturna
y una lluvia de calma al amanecer.
La última vez que me diste la mano
y el placer de tus caricias en mi pelo.
Pero no podía ni imaginar siquiera
lo difícil y empinado del camino en adelante.
Traté de seguir jugando la vida con valentía,
sin secretos, mirando hacia el futuro con ilusión.
Ahí arriba en mi trapecio
volaba de lado a lado, disfrutándo.
Hasta que un giro me llevó al suelo.
Allí, junto a mis lágrimas, encontré
la red que con tanto amor habías tejido.
Nada tenía sentido, la vida venía y se iba
y cuando me cansé de llorar y quejarme,
me dí cuenta de que los hilos
estabam frente a mí.
Sólo yo podía tejer otra red para volver
a subir y bailar en esta nueva vida.
El tiempo me dio la calma para hacerlo.
Yo quería que fuese como la tuya,
pero mis dedos se liberaron y
con un diseño diferente te dijeron: Adiós.
Aunque en realidad fuese
un hasta el final de los tiempos.
Para mi madre, Trini.
Kate Maclaude
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